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miércoles, 30 de abril de 2014

Liderazgo ético para la responsabilidad social en la industria farmacéutica


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El Liderazgo Ético según Ciulla (1998), puede definirse como la capacidad de promover continuo progreso, desde una predisposición al cambio creador y una visión compartida que ilusiona y mueve a las personas hacia las metas deseadas en cada momento.
El liderazgo representa, por tanto, avance y perfeccionamiento para las personas, impulsados por una visión compartida. En tal sentido, el liderazgo ético es el arte de influir sobre las personas para que trabajen con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.
De igual forma, el liderazgo ético debe entenderse como un proceso que incluye la influencia sobre: los objetivos de las tareas y las estrategias de un grupo u organización; las personas para que implementen las estrategias y alcancen los objetivos; los grupos para que haya identificación entre sus miembros; y sobre la cultura de la organización. Asimismo, es la demostración de una conducta normativamente apropiada a través de las acciones y relaciones interpersonales, y la promoción de tal conducta en los seguidores a través de comunicaciones de doble vía, refuerzo, y toma de decisiones.
Estas concepciones de Liderazgo Ético cuentan con una dimensión moral que reconoce la capacidad del ser humano para actuar por motivos trascendentes en beneficio del progreso colectivo. El denominado liderazgo ético, fundamentado en una visión holística del trabajo, un sentido de comunidad y un proceso de toma de decisiones compartido, antepone como principal valor el servicio a los demás, destacando también el importante papel que las empresas pueden y deben tener en la mejora de las condiciones de vida de las personas, así como, en el progreso de la sociedad.
Por otra parte, la responsabilidad social entendida por Navarro (2009), como el grado de obligaciones que la organización asume a través de acciones que protegen y mejoran el bienestar de la sociedad a medida que trata de alcanzar sus propios objetivos,  es la forma en cómo afecta a la comunidad. Si una organización es socialmente responsable cumpliría las siguientes obligaciones: Incorporar objetivos sociales a sus procesos de planeación, aplicar normas comparativas de otras organizaciones a sus programas sociales, presentar informes a los miembros organizacionales y a los socios sobre los progresos de la responsabilidad social y experimentar diferentes métodos para medir el desempeño social.
En este sentido, la responsabilidad social representa un enfoque ético de liderazgo y gestión empresarial que se traduce en un comportamiento responsable hacia los diversos grupos de interés, empleados, clientes, accionistas, proveedores, competidores y sociedad, con el fin de satisfacer sus necesidades.
De acuerdo a ello, la ética según Martin de Castro (2008), tiene como propósito el fomento de la reputación corporativa que promueva admiración, valoración, además de la confianza  que incentive la credibilidad para el posicionamiento que determine preferencia por parte del público. Para que la ética sea sostenible requiere de la práctica social y para que la responsabilidad de la empresa sea autentica, necesita de las fundamentaciones éticas.
Finalmente, si la ética establece los principios que definen las actuaciones, la responsabilidad social se preocupa por las  consecuencias que esas actuaciones empresariales pueden tener sobre la sociedad en general o ciertos grupos en particular. En este contexto la industria farmacéutica representa dada sus características un escenario ideal para el cultivo del liderazgo ético, así como para el ejercicio de la responsabilidad social, esto debido a que la misma es la encargada de investigar, desarrollar y comercializar los medicamentos que sirven para garantizar la salud a millones de seres humanos en el planeta, por lo que la misma está en la obligación moral de aplicar una gestión ética en todos sus procesos, con el objeto incrementar sus niveles de reputación con sus stakeholders. 
Liderazgo Ético
La ética tiene para Debeljuh (2009), que ver con la persona, con lo que realmente se piensa, con los principios. La dirección de una empresa es ética cuando se rige por unos principios que se llevan a la práctica empresarial. Por otra parte, la dirección ética ha de regirse por unos valores, un valor ético o virtud al menos, construir confianza  y credibilidad. También, supone el primer paso a un liderazgo ético fundamentado en virtudes.
Naturalmente, la ética empresarial se refleja en la cultura, y es a los directivos a quienes corresponde crear, mantener y cambiar una cultura ética. La cultura organizacional impulsada por los lideres éticos se transforman a través del ejemplo (la practica) y de las normas (códigos de conducta, implantación de políticas, entre otros).
Según Francés (2004), pensar en la ética hoy significa pensar la pérdida de una referencia absoluta para la determinación de la moral en las actuaciones humanas. Aunque vivimos en un mundo que según Morin (2002), no solamente está en crisis, sino en estado violento de agonía. En medio del principio de incertidumbre propuesto por el autor antes mencionado, el cual se caracteriza por un incremento desbordado de las aspiraciones y comportamiento individualistas en todas las facetas de la vida, dentro de este contexto se puede considerar que la ética debe basarse en los siguientes principios, 
·                       Libertad: es el fundamento de la ética
·                     La realización del ser humano: como finalidad de la ética Aristotélica (1981).

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