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miércoles, 30 de abril de 2014

Consciencia de ti

Hoy tomo de nuevo conciencia de que yo soy el único responsable de mi destino.
Por lo mismo decido no culpar a otros y asumo la realidad sin culparme a mí mismo.
Cada día se me regala para aprender las lecciones del amor: entrega, respeto, perdón, desapego, aceptación. 
Cada día es irrepetible y cada experiencia me enseña algo valioso, incluso lo que veo como malo.
Cada instante estoy decidiendo, y en mi vida solo dispongo del ahora que se escapa. 
Gonzalo Gallo

"Liderazgo ético, ¿Asignatura olvidada?"


Juárez Martínez, G.: "Liderazgo ético, ¿Asignatura olvidada?" ,en Contribuciones a la Economía, mayo 2013, en www.eumed.net/ce/2013/liderazgo-etico.html 
Introducción
Cuando se discute el tema del liderazgo, se tiene la tentación de caer en lugares comunes. Al ser un tema integrado a la dirección de empresas, no ha alcanzado una autonomía epistemológica, con sus métodos propios.
Invadido por las experiencias militares y religiosas, la gestión pública, la psicología y las modas gerenciales en turno, el tema de liderazgo pasa por momentos en que en vez de avanzar pareciera retroceder, al estar continuamente discutiendo de la posibilidad genética del liderazgo, más que discutir el desarrollo de modelos de liderazgo que puedan ser aprendidos por cualquiera en las organizaciones.
Se revisan conceptos básicos y las características de un líder, con la finalidad de alinearlos a los rasgos que se sugieren para un líder ético.  Posterior a ello, se enuncian los rasgos de un líder ético y se presenta una propuesta.
Mtro. Gerardo Daniel Juárez Mtz.
I. El liderazgo
El concepto de liderazgo ha tenido a lo largo de su construcción una continua necesidad de estarse justificando como tema de conocimiento.  Aunque mucho se escribe y se habla de él, la mayor parte de las discusiones se centra en el tema -que en lo personal creía ya superado- de distinguir si los líderes nacen o se hacen.
La discusión no ha encontrado un punto definitivo, ya que existen grupos que abogan por una u otra postura: o se nace con ciertas características, o se pueden ir entrenando. Habrá quien diga que “lo que natura no da, Salamanca no presta”, y niegue la posibilidad de desarrollar el liderazgo en los individuos.
Si aceptamos que el liderazgo es la capacidad de influir, motivar, organizar y llevar a la acción para el libre logro de objetivos de diferentes personas que confluyen en una organización (Cfr. Yarce. 1), cabría preguntarse qué características debe tener un líder para considerarse que tiene la capacidad de influir y mover a la acción a una organización.
Existen algunos, que consideran que un líder debería tener rasgos tipo militares, otros, que debe ganarse el puesto  “pagando el derecho de piso”, es decir, cubriendo un cierto lapso de tiempo antes de tener una posición de liderazgo, por último, algunos piensan que la gente de rasgos humildes o bondadosos no deben ser líderes.
Revisando la historia, y tomando a pie juntillas la definición de liderazgo, es claro que personas muy disímiles, entre Hitler y Gandhi, Colin  Powell y la Madre Teresa, Don Bosco y el Che Guevara, Jesús de Nazareth y Vladimir Lenin, Paulo Freire y Agustín de Iturbide. Todos ellos son personas con distintos rasgos, que comparten fundamentalmente algo: supieron influir, motivar, organizar y llevar a la acción. Algunos son religiosos, otros militares, otros educadores. Quizá yendo más a fondo podríamos identificar si en ellos está presente algún gen de liderazgo (Televisa, 2013), pero no es el tema que se pretende abordar.

II.  Características del líder.
Si observamos el área de cuneros de una maternidad, los niños y niñas que ahí se encuentran no son muy diferentes, tienen ante sí un libro en blanco, el cual tendrán oportunidad diariamente de escribir, circunstanciados si se quiere al estilo de Ortega y Gasset, por su medio, su entorno y su familia.
Al llegar a ser sujetos de intervención educativa, fuera de las primeras experiencias de aprendizaje que reciben en casa, lo más probable es que solo tres o cuatro de ellos sean personas con influencia en los demás, y el resto se conforme con seguir los dictados del docente o mantenerse en una pasividad tal que pareciera que vegetan en el aula.
Así, tras ir construyendo parte de su historia en las aulas, algunos llegan a destacar en ciertos rasgos y tarde que temprano posicionarse en un empleo, como empleado o emprendedor (éstos merecen un artículo aparte), o insertarse como voluntarios en algún organismo, y es ahí, donde la interacción social divide a unos como líderes, y a otros como seguidores. Pero, ¿qué características tienen los líderes? ¿Cómo deben ser?
El Gobierno de Chile (2001,7)  publicó un manual sobre liderazgo en organismos sociales y en él establece algunas características que debe poseer un líder para ser efectivo:
  1. Usa el poder que tiene con responsabilidad y respeto por los integrantes de la organización.
  2. Su comportamiento es de un servidor de la organización y no como el dueño o el amo de ella.
  3. Usa eficientemente las funciones de un administrador: planifica, organiza, evalúa y controla.
  4. Tiene una clara visión del futuro de su organización y es capaz de transmitirla a los otros.
  5. Mantiene una dirección clara para acercarse a la misión de su organización o grupo.
  6. Sabe guiar y motivar a los otros en función de la misión y sus objetivos.
  7. Tiene iniciativa y estimula a que los demás también ejerzan la suya.
  8. Utiliza una serie de habilidades de comunicación que favorecen la integración, el trabajo de equipo y la identificación con las metas del grupo o de la organización así como la responsabilidad y la autorregulación.
Enfocado en el tema del liderazgo social -que tiene sus propias complejidades- Carreras y coautores (2009, 49), refieren características que el propio sector (de ONG) ha considerado más habituales en los líderes:
  1. Competentes en comunicación.
  2. Poseen empatía, modestia y generosidad.
  3. Usan sus habilidades para inspirar y motivar.
  4. Saben escuchar y entender las posiciones y opiniones de otras personas, en oposición total a la arrogancia.
En ambas posturas, se pueden destacar algunos rasgos e ideas, que manifiestan la tendencia actual del liderazgo, enfocado sí a resultados, pero tomando en cuenta la sensibilidad humana de los equipos de trabajo. Tal y como se ve en el liderazgo deportivo, el líder se convierte en  un coach o manager, que prepara en el conocimiento del trabajo, prepara un entorno y ambiente para éste, estudia al rival (la competencia), marca el campo de juego y deja que su equipo desarrolle su talento (Blanchard, 1997).
Hasta ahí más o menos, tenemos una panorámica básica del liderazgo y las características del líder, pero falta acotar dos cosas: ¿quiénes ejercen y dónde se ejerce el liderazgo? La segunda cuestión es sumamente sencilla de responder: en cualquier conglomerado humano. 
La primera no lo es tanto, dado que por la tradición cultural mexicana, en donde existe discriminación y hasta racismo, donde algunas personas viven la cultura de los privilegios y los abusos, es común que se tenga una tentación enorme por ejercer liderazgos autoritarios, y es común también que las personas se somentan a éstos, perjudicando lo que pudiera ser un círculo virtuoso de liderazgo.
Escuché recientemente a Carlos Kasuga Director de Yakult México, dictar una conferencia sobre liderazgo. En ella puntualizaba algo muy simple: el mexicano está acostumbrado a obedecer (“mande usted”), siempre dispuesto a recibir órdenes, y nos refería en cambio que el japonés nunca va a decir “mande”, ni menos se va a humillar, “es un hijo del sol naciente”.
El liderazgo es un asunto no sólo de poder, es también un asunto de autoridad. Quien no tiene autoridad reconocida por un equipo de trabajo podrá imponerse a base del miedo o de la necesidad de un empleo, pero no logrará resultados permanentes, y en cuanto voltee la espalda, se puede llevar desagradables sorpresas.
Un líder no es un gendarme o un militar, un policía o auditor que está cazando errores. Un líder es un facilitador, coach y maestro, una persona que apoya a su equipo de trabajo (personas) para lograr resultados permanentes basados en la confianza. La organización Great Place to Work establece tres aspectos centrales para generar un liderazgo basado en la confianza, que no tienen desperdicio, ellos son: la credibilidad, el respeto y la  imparcialidad (GPTW, 2010), abundaré en ellos..
La credibilidad evalúa la manera en que comunican los planes de la empresa y el cómo delegan funciones.  El respeto se origina cuando los colaboradores se sienten respaldados por la organización y tienen la posibilidad de tomar decisiones basados en ese respaldo.  La imparcialidad, por su parte, es la manifestación de equidad en la asignación de esfuerzos y retribuciones, así como la ausencia de favoritismos al momento de premiar a los empleados.

III. Liderazgo ético
Tomando en cuenta lo señalado en el apartado anterior, es que llegamos al punto toral del presente artículo: la necesidad de un liderazgo ético.  Si tomamos en cuenta las características que se promueven como necesarias en un líder y las integramos con la visión de éste como un líder formador de equipos basados en la confianza, transitamos por áreas cercanas a los modelos participativos de liderazgo, donde la persona es el centro.
Cabe señalar que no está peleada la búsqueda de resultados en las organizaciones y equipos de trabajo con un trato respetuoso, ni el pretender guiar un liderazgo humanista con la consecución de utilidades.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, ninguno de los autores referidos mencionó el tema ético, quizá por darlo por sentado, o porque en sus sociedades no está presente el problema como en otras.
Sin embargo es claro que la ética debe permearse también a la gestión de empresas. Un líder puede tener muchas tentaciones y muchos intereses, pero en tanto que sea líder de una organización, debe armonizar los suyos propios con los de la organización para la cual colabora.
Muchas empresas han optado por la firma de Códigos de Ética como un medio de establecer pautas de conducta que den confianza a inversionistas y dueños, pero en el día con día, en la gestión organizacional, la presión por resultados puede derivar en conductas inapropiadas o liderazgos autoritarios que destruyen la confianza.  La inversión en ética es una inversión a largo plazo.
Para ello, el líder debe convertirse más que alguien orientado a los valores en alguien orientado a las virtudes. Carlos María Moreno (2001, 7) nos propone una visión ética del liderazgo, manifestando que el líder debe poseer al menos cuatro virtudes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Las cuatro “han de guiar el liderazgo ético porque están fundamentados en la persona (directivo líder y ético) y (éste) se dirige a personas”.
En este caso, describiré lo que el autor nos comenta:
  1. Prudencia: Ha de regir nuestra conducta, presente en todas las actuaciones.
  2. Templanza: Tener ánimo sereno, equilibrado  para transmitir serenidad en una empresa, de que las cosas se hacen de la mejor manera posible.
  3. Fortaleza: Como virtud de ánimo, donde el líder se mantiene de pie aunque los demás desfallezcan.
  4. Justicia: Los colaboradores han de percibir que el líder es justo. Si la justicia está presente en la dirección, se gana credibilidad con los colaboradores.  Cuando hay arbitrariedad y prepotencia, se pierde la posibilidad de llevar a los equipos de trabajo al éxito.
Así las cosas, es de entenderse que un adecuado desempeño del liderazgo ético, se desarrolla fomentando éstas virtudes.  Transitar por el camino del liderazgo ético, del liderazgo basado en la confianza y del liderazgo participativo puede ser un camino arduo, pero a la larga, las recompensas obtenidas pueden ser mayores.

Conclusiones
La ética en el liderazgo no es un tema nuevo, ni tampoco uno arduamente estudiado.  Conducir organismos de un modo ético, participativo y basado en la confianza, debe ser un modelo permanente de ejecución del liderazgo.
Nadie tiene todas las respuestas, y es sabido que el efecto sinérgico de un equipo bien motivado, tratado con respeto y justicia, puede producir efectos positivos permanentes en los resultados de una organización.
Cuando el líder predica con el ejemplo y es congruente en su decir y su actuar, genera una nube de confianza que envolverá a todos y cada uno de sus colaboradores y clientes internos o externos. Garantizar resultados se volverá entonces una disciplina de trabajo, siempre y cuando el líder garantice su conducta de un modo permanente.  Por ello debe ser cuidadoso de su actuar y su decir, de su hacer y su pensar, y ante todo, de la confianza que deposite y transmite a quienes de él dependen, quienes con él colaboran.
Si un líder transmite desconfianza, o le da a entender a sus colaboradores que es superior y que no confía en ellos, es seguro que buscarán la manera de hacerle tropezar, para bajarlo del Olimpo y recordarle que como ellos, es un mortal.
Un veradero líder no requiere aspavientos ni amenazas, mentiras ni inequidades. Un buen líder sabe comunicarse y sobre todo, dar testimonio con su ejemplo.  Mientras más líderes virtuososos se puedan generar, las organizaciones sociales tendrán garantizada su superviviencia.
El liderazgo ético no debne ser una asignatura olvidada, debe convertirse en el faro que guíe el actuar de las organizaciones del mañana.
Referencia bibliográfica
Blanchard & Bowles. Gung ho!. New York : Harper Collins.
Carreras (2009). Líderes para el cambio social. Barcelona: PWC - URL
Gobierno de Chile (2001) Liderazgo efectivo en organizaciones sociales. Recuperado del sitio web: http://www.biblioteca.org.ar/libros/liderazgo.pdf el 5-05-13.
GPTW (2010). La confianza, un activo altamente rentable. Recuperado del sitio web: http://www.greatplacetowork.com.uy/storage/documents/Publications_Documents/Artculo_El_Observador_18-04-2010.pdf el 5-05-13.
Moreno, Carlos (2001). El liderazgo ético fundamentado en virtudes. Papeles de Ética, Economía y Dirección nº 6. Recuperado del sitio web: http://www.duoc.cl/etica/pdf/fet00/material-apoy/Liderazgo-y-virtudes.pdf el 5-05-13.
Televisa (2013). Descubren el gen del liderazgo. Recuperado del sitio web: http://noticierostelevisa.esmas.com/especiales/549321/descubren-gen-del-liderazgo/ el 5-05-13.
Yarce, Jorge (S/F) ¿Qué es el liderazgo?. Recuperado del sitio: http://www.liderazgo.org.co/JorgeYarce/lider_va/que_es_el_liderazgo.pdf el 5-05-13.

Liderazgo ético para la responsabilidad social en la industria farmacéutica


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El Liderazgo Ético según Ciulla (1998), puede definirse como la capacidad de promover continuo progreso, desde una predisposición al cambio creador y una visión compartida que ilusiona y mueve a las personas hacia las metas deseadas en cada momento.
El liderazgo representa, por tanto, avance y perfeccionamiento para las personas, impulsados por una visión compartida. En tal sentido, el liderazgo ético es el arte de influir sobre las personas para que trabajen con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.
De igual forma, el liderazgo ético debe entenderse como un proceso que incluye la influencia sobre: los objetivos de las tareas y las estrategias de un grupo u organización; las personas para que implementen las estrategias y alcancen los objetivos; los grupos para que haya identificación entre sus miembros; y sobre la cultura de la organización. Asimismo, es la demostración de una conducta normativamente apropiada a través de las acciones y relaciones interpersonales, y la promoción de tal conducta en los seguidores a través de comunicaciones de doble vía, refuerzo, y toma de decisiones.
Estas concepciones de Liderazgo Ético cuentan con una dimensión moral que reconoce la capacidad del ser humano para actuar por motivos trascendentes en beneficio del progreso colectivo. El denominado liderazgo ético, fundamentado en una visión holística del trabajo, un sentido de comunidad y un proceso de toma de decisiones compartido, antepone como principal valor el servicio a los demás, destacando también el importante papel que las empresas pueden y deben tener en la mejora de las condiciones de vida de las personas, así como, en el progreso de la sociedad.
Por otra parte, la responsabilidad social entendida por Navarro (2009), como el grado de obligaciones que la organización asume a través de acciones que protegen y mejoran el bienestar de la sociedad a medida que trata de alcanzar sus propios objetivos,  es la forma en cómo afecta a la comunidad. Si una organización es socialmente responsable cumpliría las siguientes obligaciones: Incorporar objetivos sociales a sus procesos de planeación, aplicar normas comparativas de otras organizaciones a sus programas sociales, presentar informes a los miembros organizacionales y a los socios sobre los progresos de la responsabilidad social y experimentar diferentes métodos para medir el desempeño social.
En este sentido, la responsabilidad social representa un enfoque ético de liderazgo y gestión empresarial que se traduce en un comportamiento responsable hacia los diversos grupos de interés, empleados, clientes, accionistas, proveedores, competidores y sociedad, con el fin de satisfacer sus necesidades.
De acuerdo a ello, la ética según Martin de Castro (2008), tiene como propósito el fomento de la reputación corporativa que promueva admiración, valoración, además de la confianza  que incentive la credibilidad para el posicionamiento que determine preferencia por parte del público. Para que la ética sea sostenible requiere de la práctica social y para que la responsabilidad de la empresa sea autentica, necesita de las fundamentaciones éticas.
Finalmente, si la ética establece los principios que definen las actuaciones, la responsabilidad social se preocupa por las  consecuencias que esas actuaciones empresariales pueden tener sobre la sociedad en general o ciertos grupos en particular. En este contexto la industria farmacéutica representa dada sus características un escenario ideal para el cultivo del liderazgo ético, así como para el ejercicio de la responsabilidad social, esto debido a que la misma es la encargada de investigar, desarrollar y comercializar los medicamentos que sirven para garantizar la salud a millones de seres humanos en el planeta, por lo que la misma está en la obligación moral de aplicar una gestión ética en todos sus procesos, con el objeto incrementar sus niveles de reputación con sus stakeholders. 
Liderazgo Ético
La ética tiene para Debeljuh (2009), que ver con la persona, con lo que realmente se piensa, con los principios. La dirección de una empresa es ética cuando se rige por unos principios que se llevan a la práctica empresarial. Por otra parte, la dirección ética ha de regirse por unos valores, un valor ético o virtud al menos, construir confianza  y credibilidad. También, supone el primer paso a un liderazgo ético fundamentado en virtudes.
Naturalmente, la ética empresarial se refleja en la cultura, y es a los directivos a quienes corresponde crear, mantener y cambiar una cultura ética. La cultura organizacional impulsada por los lideres éticos se transforman a través del ejemplo (la practica) y de las normas (códigos de conducta, implantación de políticas, entre otros).
Según Francés (2004), pensar en la ética hoy significa pensar la pérdida de una referencia absoluta para la determinación de la moral en las actuaciones humanas. Aunque vivimos en un mundo que según Morin (2002), no solamente está en crisis, sino en estado violento de agonía. En medio del principio de incertidumbre propuesto por el autor antes mencionado, el cual se caracteriza por un incremento desbordado de las aspiraciones y comportamiento individualistas en todas las facetas de la vida, dentro de este contexto se puede considerar que la ética debe basarse en los siguientes principios, 
·                       Libertad: es el fundamento de la ética
·                     La realización del ser humano: como finalidad de la ética Aristotélica (1981).

"Que se comunique todo lo que se pueda y cuanto más mejor, pero guardando unos principios éticos”

Reputación Corporativa y Responsabilidad Social Corporativa son términos que muy a menudo se mezclan, se confunden e incluso a veces se utilizan casi como sinónimos. En realidad son conceptos muy distintos, aunque mutuamente se complementan y se apoyan.
El objetivo de este artículo es explicar cómo las actividades encaminadas a construir y mantener una gestión responsable tienen impacto positivo en los resultados de negocio de la empresa en la medida en que antes lo han tenido en su reputación, o lo que básicamente es lo mismo, que sean conocidas y valoradas por sus grupos de interés.
La reputación corporativa es la percepción que cada grupo de interés tiene respecto a la forma en la que una compañía o institución se comporta. En sentido positivo se concreta en admiración, respeto y confianza. Es una construcción que, aunque depende de cómo actúa la empresa y de cómo lo transmite, es patrimonio de los clientes y potenciales clientes, los empleados, los inversores, las entidades reguladoras, la competencia, los medios de comunicación, la opinión pública y todos aquellos colectivos que, directa o indirectamente, se vean afectados por las actividades de una compañía. En cambio, la RSC es parte de la realidad tangible de la empresa: la Comisión Europea la define como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”. Es un compromiso voluntario que se concreta en un modelo de gestión que tiene en cuenta un conjunto de prácticas y estrategias empresariales cuyo objetivo es equilibrar las dimensiones económica, social y medioambiental, que influye no sólo en el propio desempeño sino también en las relaciones que se establecen con los grupos de interés vinculados a la actividad empresarial.
Aunque como acabamos de ver reputación y RSC (o sostenibilidad) son conceptos distintos, podemos demostrar que están muy relacionados. Los hallazgos de los últimos estudios globales sobre reputación de empresas basados en la metodología RepTrak® (estándar internacional para medir la reputación y las siete dimensiones que la construyen) confirman que entre público general el 41% de la reputación de una empresa depende de las tres dimensiones (Integridad, Ciudadanía y Entorno de Trabajo) que miden y evalúan lo que tradicionalmente se ha considerado RSC (con un planteamiento quizá reduccionista, pues en realidad ésta afecta a todo el modelo de negocio).
Por otra parte, sabemos que la reputación genera valor económico, porque existe una correlación directa entre una buena reputación y el deseo de trabajar para una empresa, comprar y recomendar sus productos, o invertir en ella (algo que también podemos demostrar con datos duros provenientes de nuestra investigación en distintos grupos de interés). En definitiva, la buena reputación afecta positivamente a los resultados de negocio, porque los grupos de interés tienden a apoyar con su comportamiento a aquellas empresas a las que admiran y en las que confían, lo que se traduce en más ventas, más talento y más inversión.
Si unimos las dos conclusiones anteriores podríamos llegar a la siguiente teoría: como la RSC explica una buena parte de la reputación, y como la reputación impacta en los resultados de negocio, por consiguiente la RSC impacta en los resultados de negocio. Esta afirmación nos llevaría a construir un modelo de negocio para la inversión de las empresas en proyectos de RSC. Lo siento, pero no va a ser tan fácil…
Las percepciones (léase reputación) pueden no corresponder, para bien o para mal, con la realidad de las empresas. Su desempeño social, económico o medioambiental no necesariamente se ve plasmado en la imagen que proyectan sobre sus stakeholders.  Podemos estar tentados a pensar que si lo hacemos bien, no es necesario que nadie lo sepa o, al menos, no es necesario contarlo, porque nuestros grupos de interés, tarde o temprano, acabarán sabiéndolo fruto de las relaciones que habitualmente mantenemos con ellos. Pero lo cierto es que las empresas con buena reputación suelen tener sistemas de gestión responsable y políticas de RSC muy notorias. No sólo hacen lo correcto y un poco más, sino que lo cuentan porque al final del ejercicio lo notan en la cuenta de resultados.
Pero no es menos cierto que muchas empresas no consiguen transmitir fielmente su realidad responsable a los grupos de interés, lo que alimenta una reputación pobre o menos brillante que la que cabría esperar en función de sus estándares de gestión. Ser una empresa responsable no se traduce automáticamente en ser una empresa con buena reputación.
La prueba de estas afirmaciones la podemos encontrar en los resultados del “CSR RepTrak® 100”, un estudio global que analiza las percepciones que la población general tiene sobre 100 multinacionales muy admiradas, concentrándose en las tres dimensiones de la reputación tradicionalmente identificadas con la RSC: Ciudadanía (acción social y cuidado del medio ambiente), Integridad (ética y transparencia) y Entorno de Trabajo. Si analizamos cuáles son las empresas percibidas como más socialmente responsables, nos encontramos muy buenas empresas, pero que probablemente los expertos en la disciplina no catalogarían en algunos casos como las mejores prácticas globales en sostenibilidad. Con datos de 2013 las 10 empresas percibidas como más responsables son: 1. Microsoft, 2. Walt Disney, 3. Google, 4. BMW, 5. Daimler, 6. Sony, 7. Intel, 8. Volkswagen, 9. Apple y 10. Nestlé, siendo Walt Disney la primera en la dimensión Ciudadanía, BMW la primera en Integridad y Google la primera en Entorno de Trabajo.
En una conferencia reciente comparábamos la percepción en materia de sostenibilidad de una empresa reconocida como “best practice” internacional, Unilever, con una empresa muy querida y con buenas prácticas, aunque quizá no tan avanzadas como la anterior, Walt Disney, y veíamos como Walt Disney ganaba por goleada en la percepción de RSC, a pesar de la aparente mejor realidad para los expertos en la materia de Unilever.
Otra conclusión muy relevante del anterior estudio es que para una mayoría de esas grandes y admiradas multinacionales no existe conocimiento sobre sus prácticas de RSC, lo que se traduce en que la mayor parte de los encuestados muestran una opinión neutra o un desconocimiento de las variables. Las que sí se ven valoradas positivamente en esas variables por un número relevante de ciudadanos destacan en mayor medida por su buena reputación. Sin duda nos encontramos con grandes oportunidades de comunicación para algunas de las empresas analizadas.
Curiosamente, existe una cierta tendencia a creer que comunicar las actividades que muestran la gestión responsable de una compañía puede ser percibido como “green washing/social washing”, y que los grupos de interés terminarán por desestimar toda información sobre el trabajo serio y comprometido de las empresas por clasificar la publicidad de estas acciones como falta de ética. Es la herencia de nuestra moral cristiana (“no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”) que condena dar a conocer a los demás tus buenas obras, porque la compensación vendrá de una fuente divina y no del reconocimiento social.
¿Cómo podemos superar este dilema? ¿Es positivo lanzarse a comunicar todas las acciones de RSC de la empresa a través de medios masivos? Contar lo que se hace contribuye de manera decisiva al debate sobre las mejores prácticas y a encontrar nuevos instrumentos de gestión que ayuden a optimizar no sólo el sector de actividad en que opera la empresa sino también el conjunto de la economía. Varios estudios realizados por Reputation Institute en diferentes países nos han confirmado que la comunicación de las actividades responsables de la empresa es bien percibida y demandada por la mayor parte de los grupos de interés. Mi recomendación es que se comunique todo lo que se pueda y cuanto más mejor, pero guardando unos principios éticos básicos para evitar prácticas de “green washing”: comunicación veraz (comunicamos la realidad de nuestra acción), transparente (no resaltamos la faceta más positiva de nuestra acción, ocultando elementos que podrían considerarse desfavorables) y proporcional (no invertir 2 en hacer y 8 en comunicar, sino justo lo contrario).
Vivimos en la “Economía de la Reputación”, en la que las percepciones de los grupos de interés, es decir la reputación, tienen un impacto directo en el negocio de las empresas. Como acabo de explicar, podemos demostrar que la percepción de ser una empresa responsable influye en la reputación de la compañía (explica más del 40%). Si una empresa es percibida como más responsable, mejora su reputación y por tanto los comportamientos favorables de los grupos de interés y a la postre su cuenta de resultados. Además, y  para mayor gozo de las áreas financieras de la empresa, todo esto es cuantificable. En definitiva, la construcción de una buena reputación es lo que aporta sostenibilidad a la inversión en RSC, pero para ello es necesario romper la barrera entre ser responsable y ser percibido como responsable. La vía más sencilla para romperla es la comunicación corporativa.
Si no contamos qué somos, difícilmente podrán identificarnos y definirnos en los términos más ajustados a la realidad que trabajamos por construir. Hemos de romper el paradigma de nuestra cultura clásica y pensar que no llega con hacer las cosas bien, también tenemos que ocuparnos de que nuestras buenas acciones sean conocidas por aquellas personas con las que nos relacionamos.
Fernando Prado Abuín (Socio Director, Reputation Institute España y Latinoamérica)
 * Este artículo ha sido publicado en el libro colectivo Reputación y Ciudadanía, editado por la consultora LLORENTE & CUENCA

Trabajadores del sector textil en India: atrapados entre la globalización, la esclavitud moderna y la RSE

diarioresponsable.com | Pía Navazo |Las condiciones y la situación de los derechos humanos de los trabajadores del sector textil en India son alarmantes. A pesar de la movilización internacional y las denuncias de ONG durante los últimos años, el sistema Sumangali (una forma moderna de esclavitud que afecta sobre todo a niñas de origen pobre y casta social baja muy extendida en el Sur de India) y otras formas de trabajo indecente, siguen siendo una realidad. 
Trabajadores jóvenes, especialmente mujeres, migrantes, de castas inferiores, sufren las peores condiciones, sin que el gobierno adopte las medidas necesarias. Las auditorías sociales y otras prácticas de RSE de las empresas multinacionales, han demostrado sus limitaciones.
Los dueños de fábricas, cada vez más acostumbrados a estas auditorías, despliegan todo un show para complacer las exigencias de auditores y ONGs. Aunque las visitas a las fábricas no se avisen, marcas, auditores u ONG encuentran enormes dificultades para acceder a documentación verdadera y conocer la situación en las fábricas, y por tanto, adoptar medidas garantizar el respeto de los derechos humanos en las mismas.
En India, el crecimiento económico de los últimos años, unido a la globalización y a las características de una sociedad en la que reina la diversidad, la pobreza, perviven las castas e instituciones como la dote, y con instituciones débiles y en muchos casos corruptas, han permitido la creación de nuevas formas sofisticadas y evolucionadas de violaciones de derechos humanos, incluyendo de esclavitud moderna.
Es necesario que todos los actores, sindicatos, autoridades, marcas operando en India y la OIT, sean conscientes de las limitaciones de las medidas que se han adoptado hasta ahora, que no han logrado garantizar los derechos humanos y laborales mínimos de los trabajadores del sector textil, y renueven el enfoque, siempre partiendo de las especialidades de la sociedad india.
La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) va a publicar un informe, disponible el próximo més de mayo, les daremos cumplida información.

sábado, 20 de octubre de 2012

Stephen Covey. El hombre que nos enseñó a ser eficaces y cómo lo logró


Stephen Covey. El hombre que nos enseñó a ser eficaces y cómo lo logró

Autor: Carlos Ruiz 
Edición:
Sección: Alta DirecciónGalería principalPortada Web
Entre sus asesorados se incluyen innumerables empresas de las más grandes del mundo, un sinnúmero de escuelas, entidades de gobierno y más de 36 cabezas de Estado. Mientras otros autores investigaban sobre cómo desarrollar mejores organizaciones, Covey se desmarcó al afirmar que el carácter personal, los propósitos firmes y la autodisciplina son los que realmente hacen la diferencia.
El 16 de julio de este año falleció Stephen R. (Richards) Covey (1932-2012), profesor y conocido autor de libros de negocios. Sin duda, su libro más famoso es Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva,1 un auténtico bestseller del mundo de los negocios, aunque hay que mencionar que Covey lo escribió pensando en mejorar la vida, no sólo de ejecutivos y directores, sino de todas las personas que lo leyeran.
Covey nació el 24 de octubre de 1932 (falleció a los 79 años) en Salt Lake City, en el estado norteamericano de Utah. Estudió Administración de Empresas en la Universidad de Utah, obtuvo un MBA de la Harvard Business School y un doctorado en Historia y Doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de la Universidad Brigham Young, en donde hizo carrera como profesor, en la escuela de negocios. Además, recibió el grado de doctor Honoris Causa por 11 universidades.
Falleció en el Centro Médico Regional, en Boise, Idaho debido a complicaciones tras haber sufrido un accidente en bicicleta, en abril de 2012; se lastimó la cabeza, se rompió varias costillas y un pulmón colapsó parcialmente, nunca se recuperó del todo.
Covey era devoto practicante de la religión mormona y de joven participó en misiones en Inglaterra e Irlanda. A lo largo de su vida, casi todas las mañanas se levantaba temprano, buscaba un lugar donde pudiera estar solo, y meditaba, leía las escrituras y hacía oración, era lo que él llamaba su victoria privada diaria y la identificaba como guía, fuente de seguridad, sabiduría y poder. Decía a sus hijos: Si pasan diariamente 20 minutos con el Salvador en privado, pasarán la eternidad en su presencia. Le sobrevive su esposa Sandra, con quien estuvo casado 55 años y con quien procreó una familia extensa: 9 hijos, 52 nietos y 6 bisnietos.

LA HISTORIA DE LOS 7 HÁBITOS
Al iniciar su doctorado, en 1969, Covey enfocó su tesis en la literatura estadounidense, relacionada con el éxito personal, desde 1776, hasta la fecha en que la escribió. Esta investigación produjo un documento que fue el «caldo de cultivo» de donde más tarde saldría el libro de los 7 hábitos.
Stephen Covey afirmó al comentar acerca de su famoso libro, que la idea de los 7 hábitos le llegó a raíz de haber conocido los libros de un gran gurú del management: Peter Drucker, quien afirmaba que la eficacia es un hábito.2
Para la creación de su texto, Covey siempre habló de diversas «fuentes», incluyendo a las principales religiones, a la Filosofía y a la Psicología clásicas; algunos críticos afirman que sus creencias mormonas tuvieron fuerte influencia en toda su obra.
El doctor Carlos Llano comentó acerca de este libro: «A lo largo de su obra, se detectan en Covey diversos hábitos requeridos por la eficacia de la acción, los cuales, (…) coinciden curiosamente con virtudes humanas puestas en relieve tanto en la antropología griega como en la ética del cristianismo: la integridad, humildad, fidelidad, temperamento (sic), valor y justicia, como atributos que son la esencia misma de la vida del hombre».3
Este libro de Covey tuvo un éxito enorme, vendió más de 30 millones de ejemplares, se tradujo a 40 idiomas y dio lugar a numerosos cursos, videos y seminarios. (Otros tres libros suyos rebasaron la cifra de un millón de ejemplares vendidos).
Durante la administración del presidente Clinton, en una reunión familiar en casa de Covey, varios de los asistentes criticaron las políticas del entonces Presidente y le preguntaron a Covey qué pensaba (buscando sin duda que criticara a Clinton), él prefirió no hacerlo: no quisiera criticarlo porqué quizá tenga la oportunidad de influir en él, y no quisiera ser un hipócrita si me necesita.
Dos meses después, celebrando la Navidad con su familia, le llegó una llamada, era el presidente Bill Clinton, que le dijo: «Acabo de leer el libro de los 7 hábitos dos veces, quiero integrarlo a mi presidencia». Tres días después Covey voló a Camp David (la residencia de descanso del presidente de los Estados Unidos) a reunirse con Clinton y su esposa Hillary. Covey siempre actuó de acuerdo con los principios de sus libros; «quizá por ello era tan convincente como profesor» afirman sus hijos.
Según Covey sus 7 hábitos son eso: hábitos (es decir costumbres, actos reflejos) que están presentes en personas eficaces. Para Covey se trata de principios universales, que hasta podrían considerarse leyes, como la ley de la gravedad. Para hablar de esos principios usaba una dinámica especial en sus conferencias, le pedía a la audiencia que cerrara los ojos y señalara con su mano derecha hacía dónde creían que estaba el norte, después les indicaba que abrieran los ojos, había manos señalando en distintas direcciones, Covey entonces sacaba una brújula y mostraba hacia dónde estaba el norte; no es cuestión de opiniones; ni de votación, es una verdad natural, para él, así son las verdades en que se basan los hábitos de la gente eficaz.
El libro se mantuvo varios años en la lista de los diez libros de negocios más leídos, y se intensificó la demanda por tener al profesor Covey como consultor. Entre sus discípulos se incluyen 75% de las 500 empresas más grandes del mundo (según la lista de Fortune) y un sinnúmero de escuelas y entidades de gobierno, más de 36 cabezas de Estado, incluyendo los presidentes y gabinetes de Colombia y Corea del Sur. Ya mencionamos a Bill Clinton, también George Bush (padre e hijo), Nelson Mandela, Oprah Winfrey, Álvaro Uribe y Margaret Thatcher, el obispo sudafricano Desmond Tutu, Mikhail Gorbachev y Vicente Fox. El psiquiatra vienés, Viktor Frankl, autor de El hombre en busca de sentido era su muy admirado amigo.

LOS 7 HÁBITOS
Presentamos una muy breve reseña de los célebres 7 hábitos que le dieron la fama mundial y un diagrama (esquema 1), de cómo se relacionan entre sí, su interdependencia, la relación secuencial y su sinergia.
Los primeros tres hábitos nos llevan, de ser dependientes a ser independientes, a tener «imperio» (mando) sobre nosotros mismos. Son: victoria privada (Independence or Self-Mastery), es decir, independencia o dominio maestro de uno mismo.

•          Hábito 1: (Be Proactive) Sea proactivo; la proactividad nos da libertad para escoger nuestra respuesta a los estímulos del medio ambiente, incluyendo adelantarnos a esos acontecimientos (precisamente en esta parte cita la obra de Viktor Frankl). Ser proactivo (tomar la iniciativa) es el factor más importante para ser eficaz, Covey resalta también la importancia de tomar responsabilidad de nuestras elecciones y de sus consecuencias, de las acciones que siguen a nuestras decisiones.

•          Hábito 2: (Begin with the End in Mind) Comience con un fin en mente. Covey indica que hay que auto-descubrir y clarificar nuestros valores y objetivos en la vida, elaborando una «visión» que contenga las características ideales para cada rol que desempeñamos (padre, esposo, hijo, empresario, amigo, voluntario, etcétera) y sugiere además poner nuestra misión personal por escrito.

•          Hábito 3: (Put First Things First) Primero lo primero. Hay que priorizar, planear y ejecutar nuestras tareas o quehaceres basados más en lo «importante» que en lo «urgente». También, sugiere Covey, que evaluemos si nuestras acciones están en concordancia con nuestros valores y nos llevan a los objetivos que definimos en el hábito 2. Clasifica las actividades que realizamos, de acuerdo a su importancia o no importancia y a su urgencia o falta de ella (ver esquema 2).

Los siguientes tres hábitos tienen que ver precisamente con lo que Covey define como interdependencia (trabajar con otros, ya no dependiendo de ellos, sino «sumando». victoria pública (Interdependence), es decir, interdependencia.

•          Hábito 4: (Think Win-Win) Piense en ganar/ganar (beneficio mutuo). Covey recomienda buscar genuinamente soluciones o arreglos que beneficien a ambas partes, afirma que siempre es mejor entender y buscar «ganar» para ambos, lo que, en el largo plazo, siempre será mejor solución que aquella donde sólo una de las partes se salió con la suya.
•          Hábito 5: (Seek First to Understand, Then to be Understood) Buscar comprender primero y después ser comprendido es la esencia del respeto a los demás. Se trata de ser «empático» (una de las características que menciona el doctor Carlos Llano en el capítulo «El liderazgo anamórfico, la otra versión del liderazgo», del libro El nuevo empresario en México,4 es «ponerse en los zapatos del otro» entenderlo muy bien, escucharlo con mente abierta, ser empático, eso siempre crea un ambiente de cuidado, respeto y solución positiva de problemas.

•          Hábito 6: (Synergize) Sinergizar es resultado de cultivar la habilidad y tener la actitud de valorar la diversidad de saber trabajar bien en equipo, es lograr una buena combinación (sinérgica) de las competencias individuales de los integrantes del equipo, volviéndolas competencias del equipo. Así se logran resultados que de manera individual no se lograrían. Se trata de alcanzar resultados (muy buenos resultados) alentando contribuciones significativas a través de un liderazgo inspirador y de apoyo.

El último hábito se refiere a la auto-renovación. Renovación, mantenerse «afilado».

•          Hábito 7: (Sharpen the saw) Afilar la sierra, renovarse. Es lo que nos permite establecer un balance entre todas las dimensiones de nuestro ser, a fin de ser efectivos en los diferentes papeles (roles) que desempeñamos en nuestras vidas (en los ámbitos: físico, familiar, profesional, espiritual, etcétera). Equilibrar y renovar nuestras capacidades, usando energía propia y apoyándonos en nuestra salud, para crear un estilo de vida sustentable a largo plazo y eficaz. Cuidando hacer ejercicio (para la renovación física) la oración (meditación, y hasta menciona el yoga) y las buenas lecturas para la renovación mental y finalmente el «servir» a la sociedad (como llaman los norteamericanos al hecho de involucrarse en una organización no lucrativa (por ejemplo, Cruz Roja, Scouts, AA, dispensario parroquial, etcétera) para renovarse espiritualmente y contribuir a la sociedad (dejando algo, una parte de un legado, mencionaba Covey).

OTRAS OBRAS DE COVEY
Nuestro autor escribió otros libros, quizá no tan enormemente exitosos, pero también muy interesantes, entre los principales están:

•          First Things First, Primero lo primero. ¿Se ha puesto a pensar sobre lo que realmente es importante en su vida? (las 3 o 4 cosas que más le importan), ahora bien, honestamente: ¿Le esta dando a estas cosas el tiempo y la importancia que se merecen? Covey afirma que, si es usted es un profesional «workahólico» muy probablemente la respuesta sea no, quizá trata, pero no lo logra. Para Covey el problema no es hacer más en menos tiempo, sino «determinar» lo que hay que hacer; este libro ayuda a identificarlo, y ya conociéndolo como darle la importancia que se merece.
•          Principle-Centered Leadership, Liderazgo centrado en principios. Casi todos tratamos de organizar nuestra vida (y administrar nuestro tiempo) basados en listas de prioridades, para Covey se trata de un error, si realmente queremos ser eficaces hay que organizar nuestra vida basados en principios es decir en normas y leyes (naturales) que tienen validez universal (recordemos el ejemplo de la brújula: ¿Hacia adonde está el norte?). Para nuestro autor el liderazgo es la capacidad de resolver problemas basados en estos principios. Covey invita a los lectores de este libro a centrar su vida y su liderazgo en principios que perduran en el tiempo.

•          The Seven Habits of Highly Effective Families, Los siete principios de las familias muy efectivas. En este libro Covey presenta los conceptos de su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, como una guía para resolver los problemas (grandes y pequeños; mundanos y extraordinarios) que enfrentan las familias. Covey era un hombre que tenía un gran cariño a su familia y, coherente con su discurso, le dedicaba mucho tiempo. La obra presenta anécdotas acerca de situaciones ordinarias y también sugerencias muy útiles para ir modificando comportamientos «reflejos». Toca, entre otros temas, los siguientes: cómo llevar reuniones familiares, la importancia de cumplir lo comprometido, cómo equilibrar las necesidades individuales y las familiares y cómo pasar de la dependencia a la interdependencia.

•          (The 8th Habit). El 8º hábito. De la eficacia a la grandeza. Vivimos en un mundo lleno de cambios (nuevos métodos, nuevas tecnologías) y seguimos considerando a los trabajadores como un «factor» de producción, como un insumo más, (es decir una materia prima). Considerándolos así no se logrará sacar (y aprovechar) lo mejor del individuo. Ante ello, Covey propone en este libro que cada trabajador identifique sus principales competencias y aprenda a utilizarlas en su propio beneficio (y también en beneficio de la organización). El 8º hábito se refiere a escuchar esa «voz interna» propia (y hacer, también, que cada quien identifique la suya) para poder sacar provecho de lo que es propio de cada persona, de modo que pueda ser valorada por sus propias (y valiosas) capacidades.

INNOVADOR QUE PARTÍA DE LO ESENCIAL
En 1989, cuando apareció su libro de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, el resto de los autores de management estaban ocupados en cómo desarrollar mejores organizaciones, Covey se desmarcó y fue innovador al afirmar que el carácter personal, el tener propósitos firmes y la autodisciplina (el poder mandarse a sí mismo que comentara tantas veces Carlos Llano) era lo que realmente importaba; lo que hacía la diferencia.
Se trata de un mensaje, afirma la revista The Economist al reportar su fallecimiento, que es aún muy relevante (como recientemente los repugnantes hábitos de algunos banqueros «altamente ineficaces» dejaron claro). Finalmente Covey afirmó que los empleados no son meras piezas (o incluso «obstrucciones») en una maquinaria movida por premios y castigos, sino individuos, personas, y que son ellos quienes hacen la diferencia, como afirmó en su libro El 8º hábito.
Otra de sus más insistentes enseñanzas (que no sólo escribió, sino que vivió) era que las personas deben equilibrar su vida (incluyendo todos los ámbitos: Dios, familia, amigos y sociedad) con su trabajo, Covey siempre se dio tiempo de convivir gustosamente con su familia.
Hay personas que hacen la diferencia, Stephen Covey fue una de ellas, con palabras sencillas basadas en principios universales, fue capaz de mostrar cómo sí es posible para las personas aplicar la calidad a ellas mismas, a su carácter, y hacerse reingeniería a sí mismas, buscando una vida equilibrada, más plena, más eficaz, más lograda.

Notas
1          Editorial Paidós Ibérica, ISBN 978-8449304323. En inglés The Seven Habits of Highly Effective People, Free Press, Estados Unidos de América, (1990), ISBN 978-0671663988
2          Uno de los mejores libros de Peter Drucker se titula precisamente El ejecutivo eficaz, Editorial Elipse, España, ISBN 9788493664909. En inglés The Effective Executive, Harperbusiness, EUA, escrito en 1966, ISBN 978-0887306129
3          En El nuevo empresario en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, p 265., ISBN 968-16-4507-3
4          Carlos Llano, op. cit, p 246,

10 frases de Stephen Covey Para reflexionar, aplicar y compartir
1. Tienes que decidir cuál es tu máxima prioridad y tener el coraje de decir «no» a otras cosas.
2. No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana.
3. Lo mismo que el cuerpo, la televisión es buen siervo pero mal amo.
4. La persona que no lee no es mejor que la persona analfabeta.
5. El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo instantáneamente, corregirlo y aprender de él.
6. El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo instantáneamente, corregirlo y aprender de él.
7, Si nuestros sentimientos controlan nuestras acciones, es porque hemos abdicado nuestra responsabilidad y les hemos otorgado el poder para hacerlo.
8. Tomar la iniciativa no significa ser insistente, molesto o agresivo. Significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
9. Si dos personas tienen la misma opinión, una de ellas es innecesaria.
10. Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo.



Viejas y nuevas generaciones de Derechos Humanos


Viejas y nuevas generaciones de Derechos Humanos

Autor: ACEPRENSA 
Edición:
Sección: Coloquio
En diciembre se cumplirán 64 años de que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en París la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ahora nos preguntamos, ¿en qué medida ha influido en el mundo?, ¿ha mejorado la situación de las personas?, ¿se respetan más los Derechos Humanos?
Enrique Abad Martínez
Si nos fijamos en lo que falta por conseguir, hay motivos para la insatisfacción. Pero, al mirar atrás, se advierten tres aspectos que inclinan un tanto la balanza del lado positivo: en primer lugar, se habla de los Derechos Humanos, y todo el mundo –o casi todo– sabe que los tiene y más o menos en qué consisten.
En segundo lugar, son un baremo para juzgar la actuación de los gobiernos: actualmente, al margen de excepciones, puede considerarse el grado de respeto a los Derechos Humanos como un criterio de legitimidad del poder.
Y por último, y en un orden más jurídico, existen, ya sea en el ámbito de la ONU o en organizaciones internacionales, instancias, comités, comisiones o incluso auténticos tribunales, a los que se puede acudir en espera de una satisfacción si se considera que ha sido violado alguno de estos derechos.
Lamentablemente, estos tres aspectos positivos no están exentos de abundantes excepciones que en determinados casos prácticamente los anulan.

DE SÚBDITOS A PERSONAS
Conviene revisar la evolución del movimiento internacional de los Derechos Humanos desde aquel 1948, y qué papel ha tenido la ONU. En cuanto al concepto, definición y contenido, tres hitos marcaron el rumbo de la protección internacional de los Derechos Humanos en el siglo XX.
En primer lugar la adopción de la propia Declaración Universal en París en 1948, primera internacionalización de los Derechos Humanos. Antes, se les consideraba un asunto interno de los Estados. Después de la Segunda Guerra Mundial, al constatar los crímenes nazis, se empieza a considerar que por encima de la soberanía de los Estados debe prevalecer el respeto a la dignidad y los derechos de hombres y mujeres.
La gran novedad y el mérito de la Declaración de 1948 radica en reconocer «los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana» (Preámbulo), con independencia de su «origen nacional o social» (art. 2), de modo que su protección compete a toda la comunidad internacional. Ésta es la innovación fundamental del llamado Derecho Internacional contemporáneo respecto al clásico, que sólo consideraba relaciones entre Estados soberanos, pero nunca derechos de las personas en cuanto tales.

DERECHOS INDIVISIBLES
El segundo hito se sitúa en Teherán, en 1968, donde se celebró la primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos que afirmó la indivisibilidad de todos esos derechos: «Puesto que los Derechos Humanos y las libertades fundamentales son indivisibles, la plena realización de los derechos civiles y políticos sin el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales es imposible» (párr. 13).
La distinción se formalizó dos años antes, en plena guerra fría, al adoptar la ONU los Pactos Internacionales de Derechos Humanos: uno de derechos civiles y políticos, y otro de derechos económicos, sociales y culturales. Tras dieciséis años de negociaciones, no fue posible que los bloques se pusieran de acuerdo agrupando todos estos derechos en un sólo documento internacional.
En consecuencia, un Estado, en función de su orientación ideológica, podía comprometerse, por ejemplo, a respetar el derecho social de huelga pero no el derecho político de participación o la libertad de creencias, y viceversa. Así, mientras los Estados comunistas suscribían el pacto de derechos sociales pero no el de derechos civiles, algunos países occidentales hacían al revés. De ahí la insistencia de la Proclamación de Teherán en la indivisibilidad de los Derechos Humanos.

LOS MISMOS PARA TODOS
La tercera referencia es la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en junio de 1993. Tras arduos debates, se aprobó allí la denominada Declaración y Programa de Acción de Viena, donde la palabra clave fue universalidad, contra regionalismo o particularismo cultural. Los Derechos Humanos, afirma la Declaración de Viena, son los mismos –o deberían serlo– en todo el mundo y en todas las culturas, aun aceptando ciertas «particularidades nacionales y regionales», además de «diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos» (párr. I.5).
Desarrollando lo que se estableció veinticinco años antes en Teherán, la Declaración de Viena insistió también en la interdependencia de los Derechos Humanos en un doble sentido: ab intra, es decir, los Derechos Humanos son indivisibles; y ad extra, o sea, el respeto efectivo de los Derechos Humanos salvaguarda la democracia, el desarrollo socio-económico y la paz, y viceversa: democracia, desarrollo y paz abonan el terreno para que se respeten los Derechos Humanos.
Después se han celebrado varias cumbres de defensores de los Derechos Humanos y el tema ha pasado a la agenda de múltiples reuniones regionales y mundiales. Es un asunto que evoluciona para bien en algunos aspectos, a la vez que surgen nuevas realidades que hay que tomar en cuenta.

SISTEMAS DE PROTECCIÓN
Respecto a los medios de protección efectiva de los Derechos Humanos, los avances en el plano internacional han sido notables, al menos sobre el papel. Partiendo de una declaración de principios como la de 1948, sin exigibilidad jurídica, hemos pasado, por la misma práctica del Derecho Internacional contemporáneo, a considerar estos principios como normas obligatorias por su misma naturaleza y sin necesidad de aceptación previa por parte de los Estados.
Hoy, ningún Estado justifica ante la comunidad internacional las violaciones que pueda cometer contra los Derechos Humanos escudándose en que no firmó la Declaración Universal, o en que, habiéndolo hecho, ésta no le obliga por su naturaleza de mera declaración de principios.
Un salto cualitativo se produjo en 1966 al adoptar los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, que, a diferencia de las declaraciones, tienen fuerza jurídica. Al ratificarlos, los Estados se obligan a respetar los derechos en ellos contenidos, con lo que presumiblemente aumentan las garantías para las personas titulares de esos derechos.
Los Pactos establecen, además de la lista de Derechos Humanos, instituciones y mecanismos –como el Comité de Derechos Humanos– que, sin ser estrictamente judiciales, pueden ejercer un control independiente y cierta presión política sobre las actividades de los Estados. A estas instituciones las personas individuales están legitimadas para acudir en contra de un Estado soberano.

INFLACIÓN DE DERECHOS
La evolución en cuanto al contenido y protección de los Derechos Humanos –que los especialistas llaman su progresividad– presenta, sin embargo, un aspecto discutido. Así se ve al examinar las nuevas generaciones de Derechos Humanos.
Si los derechos civiles y políticos corresponden a la primera generación y los económicos, sociales y culturales a la segunda, hace unos años se habla de una tercera generación de derechos, que comprende, entre otros muchos, el derecho al desarrollo, a la paz, a gozar de un medio ambiente sano, a la propiedad sobre el patrimonio cultural de la humanidad, a la protección de los datos personales almacenados en sistemas informáticos o los derechos de las generaciones futuras.
También se denomina a este grupo de derechos como de solidaridad –en contraposición a los de libertad (primera generación) y a los de igualdad (segunda generación)–, porque responden a las nuevas necesidades e intereses que surgen de la sociedad internacional y su ejercicio requiere la conjunción de todos los actores de la vida social: individuos, Estados, entidades públicas y privadas, comunidad internacional…
Los problemas surgen al intentar concretar quién es el titular, quién el obligado, cuál el objeto y cuál el fundamento en estos derechos. Para resolver estas ambigüedades se presenta la noción de interés difuso que, aunque no pueda circunscribirse a un determinado individuo o grupo, afecta a todos por igual y de una forma difícil de concretar –el medio ambiente, la paz, el desarrollo, etcétera–, sin disminuir por ello su exigibilidad como derecho.
Un sector de estudiosos no comparte esta postura, como el profesor argentino Carlos Massini (Universidad de Mendoza), quien acusa a estas tendencias de «inflacionarias» de los Derechos Humanos, y quiere prevenir contra el peligro de diluir demasiado la condición de expresión y garantía de la dignidad humana, que tienen los Derechos Humanos, y de hacer al mismo tiempo menos eficaz su protección.

¿HACEN FALTA MÁS DECLARACIONES?
Se propone aún una cuarta generación de Derechos Humanos para introducir pretensiones –más que derechos– de ciertos sectores o grupos sociales: «derechos reproductivos» –entre ellos el derecho al aborto libre y subsidiado por el Estado–, derechos de los homosexuales, etcétera y derechos de seres no humanos –animales, plantas…–, aunque en su misma denominación contradicen la definición de Derechos Humanos.
El consenso en contra de los derechos de cuarta generación es casi unánime entre los estudiosos. Sin embargo, existen movimientos a favor de que se los reconozca, como se vio en las conferencias de la ONU sobre la población (El Cairo, 1994) y sobre la mujer (Pekín, 1995), con respecto a los llamados «derechos reproductivos». Otra muestra es la tendencia a reclamar Derechos Humanos específicos para las minorías –desde los grupos étnicos o los niños, a las mujeres o los homosexuales–, aunque no casa bien con la universalidad proclamada en Viena.
El que haya ciertas condiciones imprescindibles para el desarrollo del ser humano, necesitadas de protección –como el medio ambiente o la paz–, no significa que deban incluirse en la lista de Derechos Humanos. Varios derechos de tercera o cuarta generación pueden deducirse de los contenidos en la Declaración Universal o de los Pactos Internacionales de la ONU, sin necesidad de crear nuevas declaraciones o convenciones internacionales.
Así ocurre, por ejemplo, con el derecho a la salud o la prohibición de la discriminación. Además, para proteger esos valores o necesidades humanas pueden existir otros medios más realistas y de más directa aplicación en la vida cotidiana. En fin, el peligro es que se desencadene un proceso inflacionario que acabe diluyendo los Derechos Humanos en un coctel confuso, y haga más difícil protegerlos. aceprensa